En la experiencia del dolor influye todo el contexto que lo rodea. Es por ello que la intensidad
de dolor no va en relación directa y proporcional a la cantidad de daño, más bien la
intensidad de dolor depende de la preocupación del cerebro.
Al ser el dolor una alarma del cerebro ante situaciones que ve peligrosas o potencialmente
peligrosas, cuanto más preocupado está más fuerte va a sonar la alarma, más intenso va a
ser el dolor. Pero influyen, como hemos dicho, otros factores. Imaginaos a una jugadora de
fútbol que está a punto de vivir una gran final, ¿creéis que dolerá igual una lesión en la
muñeca o en el pie? Hay muchas posibilidades de que la lesión del pie duela más la del pie
aunque no sea más grave, ya que junto a esa lesión de un pie vienen las preocupaciones
por la posibilidad de perderse la final, la ilusión que va con ello que puede perderse, el
miedo a decepcionar, etc. sin embargo la muñeca no tiene por qué condicionar dejar de
jugar por lo que ya de entrada la preocupación es menor.
En el siguiente ejemplo veremos como el estado anímico también influye, imaginad que
estáis en la oficina con mucho estrés por muchas tareas por hacer, enfadadas con un
compañero y con la jefa exigiendo cosas que no son realistas y al ir a coger un folio os
cortáis, entre el estrés y el enfado eso seguramente duela mucho, pero no es una lesión
grande, solamente no estamos anímicamente bien y eso se traduce en mayor catastrofismo
cerebral. Sin embargo se han descrito casos de surfistas que mientras practicaban el
deporte han sido atacados por un tiburón y no han sentido dolor, porque en ese momento
estaban haciendo lo que más les gustaba y su cerebro estaba soltando tantas recompensas
en forma de ‘hormonas de la felicidad” que no detectó la amenaza de peligro.
Y también importa mucho cosas como el núcleo central de la persona, la sociedad, las
creencias que tenemos respecto a dolor y enfermedades. Si tengo una lesión o enfermedad
y no me siento comprendida, respaldada, si la sociedad me juzga, mi experiencia va a ser
peor, mi sistema nervioso central catastrofiza más, pone más alarma, estoy peor de ánimo.
Por eso es tan importante encontrar profesionales sanitarios adecuados que entiendan esto
y enfoquen el tratamiento desde esta perspectiva, entendiendo el todo.